La caja 20 años de Extremoduro, un incunable practicamente inencontrable

Extremoduro- '20 años. Discografía completa', Warner
Edición limitadísima.

En esta caja se incluyen sus diez discos.
Hay que tener el cuerpo templado para sumergirse en la sagrada discografía de Extremoduro. Y no porque dé pereza. Al contrario: es música especial, visceral, de la buena, que merece atención, respeto, las orejas bien abiertas y el corazón en calma, que ya se encargará Robe Iniesta de alterarlo. Esta caja titulada 20 años. Discografía completa hay que encararla como esos fines de semana encerrado en casa viendo todas las temporadas de Los Soprano o The wire. Inyectada en vena y en un periodo de tiempo estrecho.



En esta caja con formato de grueso volumen de librería se incluyen los diez discos del grupo de Robe Iniesta, de Deltoya, de 1992, a La ley innata, de 2008. Los álbumes, envueltos en carpetas que simulan un elepé de vinilo en miniatura, incluyen el disco tal cual, con los extras que ya añadieron años después. Dentro adjunta el libreto original. Y comienza la sesión. Qué bien suenan las burradas que dice Robe en Volando solo (con la guitarra de ¡Ariel Rot!) y el ritmo trotón de Ama, ama, ama y ensancha con los coros femeninos, las dos del disco Deltoya (1992). Qué macarra sigue siendo Pepe Botika, con Fernando de Reincidentes a dúo, del álbum ¿Dónde están mis amigos? (1993). Qué dramático ese Jesuscristo García, incluido en Rock transgresivo (1994). Qué caribeño (sí) y juguetón suena Quemando tus recuerdos (“voy a hacer un tambor de mis escrotos”, dice la bestia parda de Iniesta), del disco Somos unos animales (1995). Qué maravilla es Pedrá (1995), que cuando lo sacaron todo el mundo les recomendó que no, que una canción de 29 minutos era una locura (ná: Robe puede con todo). Qué grandeza la de Agila
(1996), seguramente el mejor disco del rock español de los noventa.
Llegamos a 1997 con su disco más prescindible (ellos lo saben), un directo de título obsceno (Iros todos a tomar por culo), obligado después del exitazo de la gira de Agila. Cómo estremece la historia de Golfa, en el irregular Canciones prohibidas (1998). Qué marcha (puño en alto, por favor) da escuchar La vereda de la puerta de atrás, de Yo, minoría absoluta (2002), donde recuperan el buen nivel. Y cómo gana con el tiempo su última obra, La ley innata (2008), con versos tan emocionantes como: “Se acabó/ El odio me royó la razón, con mi época estoy comprometido/ Y el amor se fue volando por el balcón adonde no tuviera enemigos”.

Terminas la caja con el último ladrido de Robe y llegas a una conclusión: Extremoduro es la banda de rock española más interesante de las últimas décadas (sí, por encima de Los Planetas) e Iniesta es el tipo que mejor sabe describir el lado salvaje del amor. Queda dicho.
C. Marcos

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